Silenciosa, apenas ocupando un breve espacio.

Él: -¡Hola! Sé que te extrañará mi llamada a esta hora, de hecho a mí también me sorprende mi atrevimiento… No, no digas nada, solo he querido hacer un poco de justicia aunque tardía y decirte cuán importante has sido en mi vida… Llegaste como traída de un sueño, un buen día desperté y estabas ahí a mi lado… Silenciosa, apenas ocupando un breve espacio. Poco sabia de ti y ya me habías enamorado, te fui conociendo poco a poco, te fui conociendo para mi, a mi manera, a mi gusto… trajiste de nuevo alegría y razones para retomar la jornada, jornada que se antojaba larga y difícil sin ti. Tus labios tímidos parecían inmóviles, pero tus manos delicadas lo decían todo. Una y mil veces pensé que te dejaste seducir, una y mil veces en realidad solo fui de ti. Mis años y mi mala cabeza me hicieron dudar, te dejé partir. Desde entonces asistes puntual a la cita cada noche insomnio, yo con la esperanza de encontrarte de nuevo y saberte mía para siempre, tú para hacer mis noches llevaderas… Recorrimos largos y divertidos caminos, con la promesa de volver a ellos en tiempos mejores, muy tarde supe que no habría tiempos mejores, lo mejor de mi tiempo has sido tú.

Ella: -Creo que es un poco tarde, deberías…

Él: -Tu voz suena tan suave al teléfono y tiene el mismo efecto de siempre… Te amo y no me hago a la idea de esta realidad vacía de ti.

 Ella: -Te decía que creo que es un poco tarde y que deberías llamar mañana, mi hermana se ha marchado esta tarde del país, va a una ciudad que te queda cerca y mañana te doy su nuevo número si lo quieres, ¡pero por el amor de Dios, ya déjame dormir…!